El sol con su oscurecida luz
Ilumina el lodoso camino
Cargando voy con la pesada cruz
Que colgará mi alma del patíbulo.
Mis pies sangrantes marcan
La guía hacia el dolor
Y las gotas rutilantes mutilan
A la flores de todo su color.
Los delgados muslos moribundos
Sostienen el peso del sufrimiento
Mientras mis trizados labios rubicundos
Beben hiel con divertimento.
Los látigos se aferran a mi podrida carne
Cual arpías devorando a su presa
Las larvas con premura vienen
Para hacer de mi piel una carnicería excelsa.
Tropiezo sobre la imaginaria piedra
Y siento el caliente infierno frío
¡Cuánto de mi vida no diera
Para morir sin mucho lío!
Ya crucificado quiero estar
De esa cruz poder colgar
En esa cruz poderme ahogar
¡Este martirio tiene que acabar!
Desgarro mis músculos con mis uñas
Desgarro mi rostro con mis dientes
Exploto mis órganos con mis huesos
Rompo mis huesos con mi mente.
Pero aún la vida no acaba
Permanece intacta y aún no acaba
¿Por qué? ¿Por qué no acaba?
¡Es pertinente que mi tumba cava!
Autor: Sebastián Chiguano.
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