No vienes,

No llegas,

Pero, aun así,

Te seguiré esperando.

Las horas pasan lentas,

El viento sopla fuerte.

Me pregunto dónde estás

Pues me muero por tenerte.

Un débil rayo de sol

Atraviesa mi ventana.

Los pájaros revolotean

Al despertarse la mañana.

Un profundo silencio

Invade mi soledad

Sin ti, perezco,

Esa es toda la verdad.

Las suaves nubes se desplazan

Lentamente hacia la eternidad.

Mi alma vagabunda

No puede ya esperar.

¿Dónde podré hallarte?

¿Dónde te encontrarás?

¿Es que necesito explicarte

Que, sola, mi alma perecerá?

Vuelve, tu ida es una tortura,

pues mi quebranto perdura

y, aunque mil años transcurran,

¡Amor mío, tu ausencia no se cura!

Autor: Sebastián Chiguano.


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